Hubo un tiempo donde la emoción de espectáculos públicos masivos residía en combates con la vida en juego, ahora se asiste a eventos futbolísitos casi litúrgicos, y sin casi. El aficionado se viste con los colores de su equipo, entona cánticos colectivos, implora a un ser superior -el 10- para que no falle el penalti, ...
No deja de sorprender lo fácil que es encontrar un vínculo entre el fútbol y la guerra, la vida de miles de personas en juego porque un balón entre en una portería.
Traigo esto a colación, un pco desmedida, lo reconozco, por el fanatismo en la alimentación. Una muestra de ello es el excesivo apego a los productos de la tierra de uno mismo, "lo mejor, lo de mi pueblo". Que está bien como promoción, pero cuando se convierte en fervor inconsciente, ..., peligro.
Recuerdo una anécdota que me ocurría con frecuencia con mi abuelo Feliciano. Cuando le llevaba a probar vino de otras zonas que no fueran de la DOCa Rioja, todo le resultaba desagradable.
- Abuelo, que hay que probar otros vinos, que también están ricos
- Deja, deja. Que donde esté un buen vino del pueblo, que se quite lo demás. No tienes ni idea
La cuestión, tras comentarla con él, no venía por la calidad del producto -ya hablaré de la evidente importancia de la calidad percibida- sino porque su gusto -el de mi abuelo-, su paladar, estaba "hecho" al tipo de vino de su zona. Y ahí es donde debemos, o al menos me gustaría entender, esa devoción por lo propio.
Nuestras preferencias alimenticias en la vida adulta vienen precedidas de la variedad en la alimentación temprana, haciendo complicado la posterior penetración de nuevos alimentos si no se atienen a nuestros gustos. Por ello, si lo que consideramos bueno, y por tanto, nos gusta, es lo que hemos probado durante nuestro aprendizaje gastronómico, no podemos permitirnos el lujo de fallar en la educación de los jóvenes en la cultura del vino -o cualquier otro alimento-. Ejemplos como el de la Fundación Alicia deben ponerse en valor y servir de referente al sector vinícola en la forma de promover un consumo inteligente, saludable y moderado. ¡Cuánto queda por hacer por la innovación en el vino!
Creo que el pensamiento es válido. Y si no, al menos me ayuda a entender y acordarme hoy de mi abuelo, ¡qué carajo!.C
No deja de sorprender lo fácil que es encontrar un vínculo entre el fútbol y la guerra, la vida de miles de personas en juego porque un balón entre en una portería.
Traigo esto a colación, un pco desmedida, lo reconozco, por el fanatismo en la alimentación. Una muestra de ello es el excesivo apego a los productos de la tierra de uno mismo, "lo mejor, lo de mi pueblo". Que está bien como promoción, pero cuando se convierte en fervor inconsciente, ..., peligro.
Recuerdo una anécdota que me ocurría con frecuencia con mi abuelo Feliciano. Cuando le llevaba a probar vino de otras zonas que no fueran de la DOCa Rioja, todo le resultaba desagradable.
- Abuelo, que hay que probar otros vinos, que también están ricos
- Deja, deja. Que donde esté un buen vino del pueblo, que se quite lo demás. No tienes ni idea
La cuestión, tras comentarla con él, no venía por la calidad del producto -ya hablaré de la evidente importancia de la calidad percibida- sino porque su gusto -el de mi abuelo-, su paladar, estaba "hecho" al tipo de vino de su zona. Y ahí es donde debemos, o al menos me gustaría entender, esa devoción por lo propio.
Nuestras preferencias alimenticias en la vida adulta vienen precedidas de la variedad en la alimentación temprana, haciendo complicado la posterior penetración de nuevos alimentos si no se atienen a nuestros gustos. Por ello, si lo que consideramos bueno, y por tanto, nos gusta, es lo que hemos probado durante nuestro aprendizaje gastronómico, no podemos permitirnos el lujo de fallar en la educación de los jóvenes en la cultura del vino -o cualquier otro alimento-. Ejemplos como el de la Fundación Alicia deben ponerse en valor y servir de referente al sector vinícola en la forma de promover un consumo inteligente, saludable y moderado. ¡Cuánto queda por hacer por la innovación en el vino!
Creo que el pensamiento es válido. Y si no, al menos me ayuda a entender y acordarme hoy de mi abuelo, ¡qué carajo!.C
No hay comentarios:
Publicar un comentario