jueves, 20 de agosto de 2009

De jardines ajenos

No deja de sorprenderme la indudable capacidad mimética de algunas personas para saber adecuarse a una situación según el medio en el que se encuentran. Capacidad de adaptación o identidad digital compleja y múltiple con sociabilidad simultánea, que dice el amigo Ricardo Alonso

Escucho hablar de la vida digital (interesante descargar el informe); del yo digital -desde mi personal punto de vista: yo digital + yo social = yo móvil aumentado-; de las nuevas normas sociales online -todavía por desarrollar-; del famoso Número de Dunbar, ...

Recuerdo un desayuno de trabajo organizado por la Fundación Promete donde debatiendo sobre la gestión del conocimiento en red, se comentaba por Juan Martínez Estremera las tres normas deseables a la hora de participar en redes sociales online: seleccionar, generosidad y moderación.

Es fácil concluir que tenemos que encontrar una mayor eficacia en la gestión de las relaciones y que todavía nos queda mucho por aprender. A veces no sabemos ni gestionar las relaciones offline como para saber, en tan poco tiempo de existencia, a manejar las online sin que nos sintamos saturados.

Sobre este tema son estupendas las reflexiones que al respecto se manejan en La Alquimia de las Multitudes. En este libro se habla -además de otros muchos temas- sobre lo que ahora comento, de evitar el exceso de información social, del individualismo reticular -networked individualism (pdf)- que Wellmann define como una actitud en la que el individuo es más importante en la gestión de esas redes que el grupo. Con un importante matiz, la flexibilidad, dado que tendemos a multiplicar las relaciones reticulares transitorias de alcance limitado, menos rígidas y más dinámicas.

Qué complejo se está volviendo ser, pero qué sencillo nos lo quiere poner la tecnología. Con todo, lo ideal sería convertirse en un tecnoser social simplificado para disfrutar de las fantásticas ventajas que internet nos pone a nuestra disposición sin renunciar al calor del sol en la cara con una cervecita bien fresquita rodeado de la familia, los amigos y una buena conversación.

Ah! Y todo ésto venía por el libro que da título al post "De jardines ajenos", de Bioy Casares. Una auténtica delicia que rescato de la memoria en un recorte del Babelia del año 97 descubierto tras una limpieza de mi biblioteca casera. En dicho volumen el escritor hace gala de una estupenda adaptabilidad, al compilar "la cultura más exquisita y los antros más populares" (en palabras del suplemento) a través de divertos comentarios, frases, anécdotas, ..., que durante años llamaron su atención.

Como colofón dejo anotadas algunas de ellas:

Diálogo de Borges con un taxista (según Bianco).
Borges: No puedo leer. Soy ciego.

Taxista: ¿No puede leer nada?

Borges: No. Nada
Taxista: ¿Ni siquiera los diarios?



Del Boletín Municipal del 10 de julio de 1942:
Oficina Recaudadora del Producido de la Enajenación
de los Subproductos Seleccionados de los Residuos Domiciliarios


Julien Green cuenta que, en junio de 1940, al llegar Sacha Guitry a la Gare d´Orsay, encontró una multitud de parisinos que se apretujaban y daban empujones en su afán de huir ante el avance de las tropas alemanas.
- ¿No tienen vergüenza? -les gritó, y restauró el orden con tono autoritario. Después, para sorpresa e irritación de todos, se colocó con su equipaje a la cabeza de la fila. Como respuesta explicó-: Mi caso es distinto. Yo no tengo vergüenza, tengo miedo. [Lottman, La caída de París]

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