Esta mañana he tenido la agradable sorpresa de encontrarme sobre la mesa del despacho un sobre a mi atención. Agradable porque al abrirlo he descubierto que contenía un libro. Sorpresa porque no había razón para ser enviado. Ya había sido recompensado.
El regalo de libros me parece uno de los actos más gratificantes, tanto cuando se entregan como cuando se reciben, que puede atesorar una persona. Especialmente si está asociado a la búsqueda del significado que su contenido puede tener para los dos miembros del intercambio -un libro, un agradecimiento-.
He recibido, de alguien que se está convirtiendo en algo más que un confidente, el libro de Helen Hanff que da título a este post. Novela epistolar basada en hechos reales, con la autora como protagonista, que debería ser uno de esos libros de cabecera emocional que todo bibliófilo conserva en su biblioteca. En él, se lanza un maravilloso grito irónico, melancólico, estético y pasional a favor de los libros y los libreros.
No soy crítico literario -ni lo pretendo- y por tanto no defino su calidad técnica, aunque tampoco hay que buscarla pues son cartas escritas no para ser publicadas, sino como teselas que construyeron un personal e íntimo mosaico afectivo entre los libros y sus amantes. Pero lo que sí debo ser es sincero, no era difícil que me emocionara, ya que combina en poco más de 100 páginas -¡cuántas cosas se dejan sin contar!- algunas de las pocas cosas por las que pierdo la cabeza, los libros, las librerías -con sabor, que las llamo yo- , Londres y Nueva York, las cartas -no sabe el email la que ha liado ;-)-, las bibliotecas personales, el talento oculto, la gratitud, la confianza en los demás, ..., mejor paro porque va a resultar que pierdo la cabeza por demasiadas cosas.
Isabel Coixet ha dirigido la adaptación española al teatro -eso hace al libro más especial aún- y define su acercamiento a esta deliciosa obra de este modo:
El regalo de libros me parece uno de los actos más gratificantes, tanto cuando se entregan como cuando se reciben, que puede atesorar una persona. Especialmente si está asociado a la búsqueda del significado que su contenido puede tener para los dos miembros del intercambio -un libro, un agradecimiento-.
He recibido, de alguien que se está convirtiendo en algo más que un confidente, el libro de Helen Hanff que da título a este post. Novela epistolar basada en hechos reales, con la autora como protagonista, que debería ser uno de esos libros de cabecera emocional que todo bibliófilo conserva en su biblioteca. En él, se lanza un maravilloso grito irónico, melancólico, estético y pasional a favor de los libros y los libreros.
No soy crítico literario -ni lo pretendo- y por tanto no defino su calidad técnica, aunque tampoco hay que buscarla pues son cartas escritas no para ser publicadas, sino como teselas que construyeron un personal e íntimo mosaico afectivo entre los libros y sus amantes. Pero lo que sí debo ser es sincero, no era difícil que me emocionara, ya que combina en poco más de 100 páginas -¡cuántas cosas se dejan sin contar!- algunas de las pocas cosas por las que pierdo la cabeza, los libros, las librerías -con sabor, que las llamo yo- , Londres y Nueva York, las cartas -no sabe el email la que ha liado ;-)-, las bibliotecas personales, el talento oculto, la gratitud, la confianza en los demás, ..., mejor paro porque va a resultar que pierdo la cabeza por demasiadas cosas.
Isabel Coixet ha dirigido la adaptación española al teatro -eso hace al libro más especial aún- y define su acercamiento a esta deliciosa obra de este modo:
"... estaba asombrosamente cerca de mis obsesiones: el paisaje de los sentimientos ocultos, del amor como proyección, de las cosas que no se dicen porque no necesitan decirse, de la soledad como vocación."
Mi principal conclusión, desde una perspectiva más mercantil, es que, evidentemente, a día de hoy, no digamos del de mañana, este tipo de realidad ya no es posible que exista -veinte años de relación epistolar se concentran en un par de meses de emails, twitters, facebooks, flickrs, ...-. Eso sí, en la misión de todas las empresas del sector editorial y el gremio de libreros -off&online- debería estar el encontrar las herramientas que permitan y faciliten que los bibliófilos podamos experimentar nuestro personal 84, Charing Cross Road.
Si leemos esta pequeña perla del libro, la carta del 25 de septiembre de 1950, que parece sacada del testimonial de un cliente cualquiera de una librería online, veremos que todavía es posible no perder toda esa vivencia adaptada al ahora:
Si leemos esta pequeña perla del libro, la carta del 25 de septiembre de 1950, que parece sacada del testimonial de un cliente cualquiera de una librería online, veremos que todavía es posible no perder toda esa vivencia adaptada al ahora:
"¿Para qué voy a bajar hasta la calle 17 a comprar libros sucios y estropeados cuando puedo conseguirlos de ustedes limpios y hermosos sin tener que alejarme de mi máquina de escribir? Desde donde estoy ahora (14 East 95th St), Londres se encuentra muchísimo más cerca que la calle 17"
No hagamos que se pierda la emoción en la compra de un libro, no hagamos que se pierda la emoción del tacto durante su lectura, ni la belleza de los cuidados lomos dibujando nuestra vida en la pared. Los ebooks son maravillas tecnológicas a las que no hay que renunciar, pero ojalá nunca falten nativos bibliófilos ;-). No imagino emocionándome -veremos si me acabo comiendo estas palabras, ya que me encantan todos esos aparatitos- al recibir un aviso en mi ebook donde me dice que un amigo me ha regalado la descarga del último libro de Javier Marías, por ejemplo.
C
Pd. Por cierto, en su lectura he invertido dos de las horas más placenteras que recuerdo en mucho tiempo. Ya estoy buscando la película de 1987 con Anne Bancroft y Anthony Hopkins como Helen Hanff y Frank Doel.
Ahí te dejo un link con una lista de las mejores librerías en el mundo
ResponderEliminarhttp://www.ohbuenosaires.com/weblog/el-ateneo-de-buenos-aires
Yo he estado en la Ateneo de Buenos Aires y es de lo que más me impresionó de esta impresionante ciudad.
@amangado
Antonio, gracias por tu comentario y por la info de calidad.
ResponderEliminarTenía a la librería Ateneo por una de las bonitas del mundo.
C
Las librerías, y las librerías de viejo, son uno de los pocos sitios donde el olor, el tacto, la vista y la emoción se sienten a flor de piel.
ResponderEliminarQue se lo digan a los Hijazo, de libros y pasteles a teléfonos y redes. Con cariño. www.hijazo.com
Hay tesoros que siempre debemos compartir con quien lo entienda, con quien pueda darle mas valor si cabe..derrotemos a todos los gollums del mundo.
ResponderEliminarPor experiencia se que cualquier tipo de piel, atesora mas experiencia y emociones que lo digital pueda llegar a imitar..la piel huele,suda,vibra y vive con su disfrute
ha sido un piacere confidente
#Pablo, gracias por tus comentarios sobre las emociones. Compartimos pasiones jeje
ResponderEliminar#Anónimo, tú tampoco eres imitable ;-)
C